Mientras el régimen chavista mantiene centenas de presos políticos en condiciones infrahumanas y sin posibilidad de defensa, violando el debido proceso y los derechos humanos de los detenidos y sus familiares, incluyendo a menores de edad y mujeres cuyas condiciones de salud se han deteriorado durante sus presidios, el perdedor de la elección presidencial del 28 de julio de 2024 inventa otro muñeco de trapo para desviar la atención pública, una afrenta contra Rawayana, una banda musical de rock/reggae, supuestamente porque su éxito más reciente, Veneka, descalifica su concepto de la mujer venezolana.
Entonces, las mujeres que hemos sido víctimas constantes del Estado venezolano, por no tener acceso a servicios públicos, salarios decentes, productos menstruales, libertad ni justicia, seremos reivindicadas porque el perdedor prohíbe que Rawayana se presente en el país. Esas mujeres presas cuyas vidas peligran en cárceles peligrosas, esas madres que siguen esperando la libertad de sus hijos; esas esposas, hijas, hermanas, cuñadas, tías, suegras y abuelas que viven la misma angustia por sus familiares sometidos a procesos injustos, sin ningún contrapeso institucional, al dejar de cantar y bailar las canciones de Rawy, ¿se sentirán menos oprimidas por el régimen?
Mientras Rawayana anunciaba la cancelación de su gira por Venezuela, era distribuida la Gaceta Oficial que incluye la Ley contra las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), otro texto “legal” punitivo, que lejos de respetar la razón de ser del tercer sector (máxime en un país que sufre una emergencia humanitaria compleja), establece mayores restricciones para que al igual que lo lograron con los medios de comunicación, la censura política merme el tejido social y solo sobrevivan las causas que no representen riesgos para el régimen.
La ley contra las ONG es publicada después del adefesio Ley Libertador Simón Bolívar, un instrumento que legaliza las prácticas del régimen contra toda manifestación de disidencia y que establece mayores penas de prisión contra la expresión de la discrepancia que contra la violación sexual o la corrupción, por utilizar solo un par de ejemplos. Los normalizadores siguen trabajando para que esto sea aceptado con resignación, para que la sumisión sea la norma y para convencer a sus audiencias que es “lo que nos toca”, a pesar de que la ciudadanía expresó pacífica y masivamente nuestra urgencia por cambiar.
Escucha a Rawayana. Pon la canción que más te guste de ellos, y si no las conoces, al menos escucha su versión de “Sin ti”, un bonito homenaje a Blanquito Man. Elige cantar y bailar lo que te dé la gana, apoya la causa de los presos políticos y a sus familiares, dale voz a los que no la tienen, apoya a la sociedad civil venezolana en esta nueva causa que dividirá el tejido entre los que de facto deberán pasar a la clandestinidad y los que aceptarán los preceptos establecidos por un parlamento al servicio del perdedor.
Son días muy oscuros en Venezuela, que no falte la música para darle balance a la barbarie. Dice una letra de Rawy: “A la luz de la vela nos quisimos, pero qué oscuridad, ni nos vimos (…) y ya otro apagón no aguanta la gente”… ergo, esta es una afrenta contra la cultura y la libre expresión, contra la hermosa forma en la que la música registra hasta los períodos más oscuros de la humanidad, literalmente.
Digámoslo como ellos: “Pana, te lo juro, Venezuela no falla», escucha a Rawy, pero mosca con «enamorarte de una cajera ‘e Farmatodo.»